SOLO PARA PAREJAS

martes, 24 de mayo de 2011

SECRETOS PARA RECIBIR LO PROMETIDO


Por: Pr. David Jaramillo Burgos

Ya era un hombre viejo de casi 100 años, la Biblia describe su cuerpo como "el de un muerto", su esposa con bastantes años encima y por si esto fuera poco, estéril. ¿Te imaginas a esa pareja de ancianitos, que nunca pudieron tener hijos en su juventud? Supongo que esta pareja intentó varias veces tener un retoño pero todos los resultados a lo largo de muchos años fueron infructuosos. Seguramente la idea de tener un bebé ya hace años había dejado sus corazones, ya se habían acostumbrado a la "realidad" de la vida y lo dura que puede ser para algunas personas, y a veces hasta poco justa según nuestro parecer. De repente viene Dios a la vida de Abraham y le dice que su descendencia será tan amplia como las estrellas del cielo y que será padre de muchas gentes.

Al final podemos observar que pudieron tener un hijo a pesar de todos los obstáculos que tenían, además de lo imposible que era ya en sus mentes ese acontecimiento. Y luego vemos que la descendencia de Abraham fue muy grande y exitosa. 

Romanos 4: 17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.
    18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.
    19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
    20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
    21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

¿Qué pasó en esta situación? ¿Qué fue lo que Abraham hizo para recibir lo prometido y cómo esto nos puede ayudar a nosotros?

En primer lugar, Abraham creyó la promesa de Dios. Creyó dos cosas importantes acerca de él, por un lado estaba convencido que era un Dios que daba vida a los muertos y, por otro, tenía el poder para llamar las cosas que no existían como si existieran. Llamar las cosas que no son como si fuesen implica tener condiciones y atributos únicos de Dios como Creador, como Omnisciente (sabe lo que será y ha de venir), como Todopoderoso (sabe que Él lo va a hacer) y como Omnipresente (Él estará ahí para hacerlo).

Si usted desea recibir lo prometido tiene que creerle a Dios, él no miente ni se retracta porque es Todopoderoso para hacer cualquier cosa pues no hay nada imposible para Él.

En segundo lugar, Abraham tenía que reunir condiciones para que la promesa de Dios se hiciera realidad en su vida. El libro de romanos nos dice que creyó "en esperanza contra esperanza"; es decir, a pesar de las circunstancias. No estuvo viendo su condición de anciano ni la condición débil y estéril de su esposa; al contrario, venció tres enemigos que podían robarle la bendición: venció la duda, la incredulidad y el fracaso.

No hay que mirar los problemas o las circunstancias difíciles, hay que mirar a Dios. Dios no habla duda, incredulidad o fracaso, Dios siempre habla respuestas no el problema.

Finalmente, Abraham no solo creyó sino que también empezó a declarar la promesa de Dios. Dice el sabio Salomón que las palabras tienen poder y debemos usarlas a nuestro favor como Dios lo hace (Pr. 18:20-21). Lastimosamente nosotros llamamos las cosas como son, es decir, vemos al problema, llamamos al problema y le damos tremenda importancia para influir en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, así el problema se convierte en el centro de nuestra vida destruyendo nuestra fe. Dios, en cambio, "llama las cosas que no son como si fuesen". Donde hay enfermedad Dios ve sanidad; donde hay problemas financieros Dios ve prosperidad; donde hay vacío Dios produce vida y gozo; donde hay confusión Dios ve claridad; donde hay fracaso Dios lo torna en éxito; donde hay heridas Dios produce sanidad emocional; donde hay opresión Dios ejecuta liberación; donde hay pleitos Dios envía paz.

¿Cuáles entonces son los secretos para recibir lo prometido?: Creer y declarar. Como dice el apóstol Pablo: "Creí, por lo tanto hablé".

Un evangelista fue a una iglesia a predicar, allí se encontraba un niño de 10 años, y le pregunta el predicador al niño: ¿Quién es tu papá? Mi papa es el mejor pastor de todo el mundo, contesto el niño. Escuchando el pastor de la iglesia al niño, le dice: Niño no digas mentiras, la verdad es que tu papa es un borracho que duerme debajo de un puente. Pero pastor, dice el niño: Usted nos ha predicado que debemos de llamar lo que no es como si es, es cierto que mi papa es un borracho, pero yo creo que el un día será el mejor pastor del mundo. Mientras tanto el niño todos los días le llevaba a su papa comida y le decía: Papa come porque necesitas fuerzas para predicar, y así pasaron los años y un día, llego aquel predicador a una iglesia grande y muy hermosa, y volvió a ver a aquel niño, nomás que el ya no era un niño sino un joven, y le pregunta el evangelista al niño: ¿Qué haces aquí en esta iglesia? Mi papa es el pastor de esta iglesia, le contesta el joven.

Yo no sé en qué embrollo estarás metido, ignoro la situación financiera frágil que estés pasando. Desconozco la situación familiar que te esté aconteciendo. Lo único que sé es que esa situación que estés viviendo, por más caótica que se pueda ver, por imposible que pudiera parecer un desenlace feliz; Dios tiene la llave que necesitas para abrir esa puerta. Dios puede transformar tu hogar, Dios puede restablecer tus finanzas, Dios puede darte salud, Dios puede darte paz y tranquilidad; solo es necesario que creas que Él lo puede hacer a través de un cambio en tu lenguaje al referirte a tu situación delicada. Desde hoy declara tu hogar sano y amoroso, aunque solo gritos y palabras vergonzosas se escuchen. Desde hoy declárate sana de esa enfermedad que te atañe, aunque el médico te haya catalogado como un paciente de pronóstico de vida reservado. Declara hoy una abundancia en tu familia, aunque no tengas empleo o estés a punto de perderlo.

No se trata de vivir engañado, no se trata de no querer afrontar la realidad; se trata más bien de creerle a Dios, de llamar las cosas que no son como si fuesen, de empezar a hablar el mismo lenguaje de tu Creador. ¿Qué pierdes? Creo que tenemos la misma palabra en mente: Nada.

 

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